Por Omar Nieto
Comencemos por decir que, la Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán, generó mucha expectativa en el público michoacano al difundir que se iba a proyectar el concierto de diversas y magnánimas formas, de manera que parecía que íbamos a presenciar un evento extraordinario y de gran calidad.
La gente ingresó al Teatro Ocampo y los músicos de la OSIDEM comenzaron a ensayar partes de la obra con el público adentro, generando una atmósfera informal y caótica. Esto nos generaba dudas como: ¿se ponen a estudiar o repasar ahorita porque no les sale? Y, si no les sale ¿cómo es que va a sonar dentro de unos minutos? o ¿cuál es la razón de que se pongan a estudiar frente al público minutos antes del concierto?
Comenzó el concierto. Sobresalían melodías que no deben predominar en algunos pasajes, tampoco había un balance en la sonoridad de la orquesta, ni de la orquesta con el coro. El director de la OSIDEM, Miguel Ángel García, se limitó la mayor parte del tiempo a marcar el compás con ambas manos. Parecía importarle mucho más el contar y marcar fríamente los tiempos de cada compás, que ser más flexible y expresivo, como lo es la música. Conforme la obra avanzaba, aceleraba cada vez más los tempos, como precipitándose hacia el desastre, de manera que ni los músicos ni el coro podían alcanzarlo, por lo tanto hubo un sinnúmero de desfases entre los instrumentistas y el coro. Al parecer, también está faltando más claridad en la dirección ya que la orquesta reaccionaba tarde a los gestos del director. Cabe decir que la sección de los violines fue la más desafinada de la orquesta.
Algo que causó gran indignación y nos dejó perplejos, fue la participación de Pablo Reyes, pretendiendo desempeñarse como barítono solista. Es importante mencionar que no cuenta con estudios serios en música, ni técnica para el canto, es decir, es un aficionado a la música, no un profesional. Carmina Burana, así como la música seria o de concierto en general, demanda la participación de gente meramente profesional en la música. Dicho esto, lo que Pablo Reyes hace es intentar imitar un cantante de ópera como vulgarmente se dice “como Dios le da a entender”. El resultado de esto fue un espectáculo corriente, grotesco y de mal gusto. Su incapacidad vocal y musical se vio reflejada en el concierto al ir por momentos desfasado de la orquesta, también al deformar su voz en busca de un sonido grueso y ajeno a su naturaleza, también al no poder cantar las notas agudas con voz plena a partir de la pieza Estuans interius hasta el final de la obra, optando por el uso del falsete para las notas Mi, Sol y La agudos. Un barítono profesional debe cantar estas notas agudas en Carmina Burana con voz plena, no con falsete, a excepción del número Dies, nox et omnia, en el cual sí está permitido el recurso del falsete. De esta manera, en varios momentos quedó sonando solamente la orquesta, como si no hubiera llegado al concierto el solista, pero sí estaba, solo que se quedaba mudo o hacía falsete, lo mismo que no hacer nada, y por eso, por no hacer nada, percibirá un sueldo que bien pudo haberse ganado dignamente un profesional.
Las sorpresas continuaron al ver que el aria Olim lacus colueram fue interpretada también por Pablo, cuando ésta, fue escrita para un cantante con tesitura de tenor. Esto habla de que tampoco existe un respeto hacia el autor de la obra ni a la obra en sí, ya que Carl Orff explícitamente solicita un tenor para esta aria debido a sus características tímbricas.
Todas estas agresiones y faltas de respeto al trabajo artístico y profesional, culminaron con una voz que emergió del público diciendo “¿Es broma, verdad?” al terminar Olim lacus colueram. Esa voz, parecía ser la voz de la dignidad artística, que viéndose agraviada hasta el colmo, se elevó indignada al presenciar el menoscabo y perversión del arte, encontrando en un escucha especializado el medio para manifestarse.
Más adelante, para el número Si puer cum puellula, fue evidente que conociendo la incapacidad del solista, no quisieron darle más problemas con la música, y mejor pusieron a un cantante del coro a interpretar la parte que también le correspondería al barítono solista.
Si hay algo positivo que comentar sobre esta producción, es la excelente participación de la soprano solista Alejandrina Vázquez y, también, el admirable trabajo del coro de niños a cargo del maestro Bernardo Bautista, y del coro en general.
Lo que resta es preguntarnos ¿qué calidad y qué clase de interpretaciones nos está ofreciendo la Orquesta Sinfónica de Michoacán? ¿Por qué no hubo, de nuevo, audiciones para ocupar los puestos de solistas? ¿Dónde está el apoyo a los jóvenes talentos michoacanos? Esta pregunta la formulamos luego de que en una entrevista, el director de la OSIDEM, Miguel Ángel García, dijo que estaba apoyando a los jóvenes talentos michoacanos, lo cual, como vemos, no es así, ya que la soprano Alejandrina Vázquez es de Jalisco, y Pablo Reyes de Oaxaca.
¿Qué hay detrás de todo esto que, a pesar de saber por la opinión de profesionales algo que es tan evidente, que Pablo Reyes, ignorando el arte del canto y de la música no puede desempeñarse como solista, el director de la OSIDEM lo invita y defiende? ¿Cualquier persona que no se dedica a la música, que no tiene preparación técnica, que no tiene los estudios ni los conocimientos en música, puede cantar con la OSIDEM? ¿Es ésta entonces un Karaoke en donde cualquiera puede pararse a intentar cantar? ¿Cómo es posible que se promueva la degeneración y vulgarización del arte? Si no hay respeto para el autor de la obra, ni para la obra, ni para la profesión y arte del canto y de la música por los mismos directivos en música ¿qué podemos esperar?